Estamos acostumbradas a ver en películas, series, en la
televisión y hasta en la literatura cómo el parto supone un evento idílico por
el que llevamos esperando muchos meses.
Pues bien, como en muchas otras ocasiones, la ficción
dista mucho de la realidad y eso no son siempre son buenas noticias.
Para ponernos en la piel de bebé debemos pensar en
nosotros mismos en una piscina, intentando batir nuestro propio récord de
aguantar debajo del agua. Y de pronto, necesitamos salir urgentemente a coger
aire. ¿Parece sencillo verdad? pero ¿y si es la primera vez que “cogemos aire”?
pues esto es lo que les ocurre a los recién nacidos.
Dentro del útero sólo existe líquido, no hay aire, no sé
si recordáis que los fetos respiran por el cordón umbilical y no por sus
pulmones, por lo que el primer contacto del bebé con el aire es después de
haber atravesado un camino largo y estrecho que, aunque biológicamente
preparado para ello, a veces no es fácil.
Entonces ¿por qué lloran los bebés? Pues lo cierto es que
no está claro, hay teorías que hablan del miedo del recién nacido a un entorno
hostil, pero es algo muy difícil de estudiar y de demostrar.
Pero hoy no vengo a hablaros de cuando llora, sino de
cuando no lo hace.
Veréis que en muchos de los partos o de las cesáreas
estamos mucha gente (primer mito de las películas) y normalmente todos somos
necesarios y cada uno tenemos nuestra función.
Cuando un bebé nace todos nos fijamos en principalmente
tres cosas: su color, el tono de sus músculos y su respiración.
Empecemos por el color.
Los bebés suelen nacer de un color más bien azulado-violeta y cuando empiezan a
llorar y a respirar por sí solos se van poniendo más rositas.
El tono muscular
hace referencia a su postura y su
capacidad para encoger las piernas, los brazos y moverlos.
Y su respiración,
que lo podemos evaluar o bien con su forma de respirar o con el llanto.
Un bebé que llora nos da tranquilidad y sobre todo le da
tranquilidad a sus padres que están deseosos de oír ese primer llanto. A veces
se oye la pregunta un tanto preocupada “¿por qué no llora?”. No es necesario
que llore para que el bebé esté perfectamente. Nuestro mayor deseo es
verlos llorar, con buena postura y movimientos y a ser posible rosaditos.
Estas tres cosas que evaluamos junto con alguna otra, es
lo que se denomina test de APGAR (retroacrónimo de diferentes factores en los
que nos fijamos: apariencia, pulso, gesticulación, actividad y respiración). Homenaje
aquí a la Dra. Virginia Apgar a cuyo apellido hace referencia este test tan
famoso. Nos oiréis decir tiene un APGAR de 9 o de 10 o incluso de 9/10. Eso es
porque el APGAR se evalúa al minuto, a los 5 minutos y a veces, si es necesario,
a los 10 minutos de vida.
Es por eso que a veces, aunque el bebé no llore, lo
ponemos encima de la madre y lo estimulamos fuerte, para conseguir un suspiro
fuerte similar a la respiración que hacen los niños que lloran solos y para eso
tenemos unos segundos de margen en los que se asume que el bebé se está
adaptando.
Por lo tanto ¿es imprescindible llorar? No, hay otros
muchos factores que influyen, aunque es una parte muy importante.
Vale, tenemos claro que quizá mi bebé no llore cuando
nazca … y si no es imprescindible… ¿por qué se lo llevan?
Nos lo llevamos a lo que llamamos cuna de reanimación
(ver imagen), como siempre estos médicos poniéndoles nombres horribles a todos
sus aparatos.
En este lugar se realizan principalmente 3 cosas:
Lo primero, intentamos mantener a los recién nacidos lo
más calientes posible (fundamental el gorro, la cabeza es la superficie
corporal por la que más calor pierden).
Lo segundo, estimulamos… ¿estimulamos? Sí, frotamos con
cariño pero con energía su espalda, sus pies… para ayudarles a que con el
llanto consigan eliminar el líquido de sus pulmones y puedan respirar bien. A
veces en su vía aérea no sólo hay líquido sino también unas secreciones mucosas
que son algo más espesas y que con el llanto solamente no se pueden expulsar,
así que a veces también las aspiramos para ayudarles en su transición.
Y por último, es el sitio donde, si ninguna de las otras
estrategias funciona, disponemos de dispositivos que ayudan a que respire
mejor.
Esperamos que a través de este post se hayan respondido un
poco las incógnitas de por qué no llora un bebé o por qué en algunas ocasiones nos tenemos que llevar a los recién nacidos y no
les permitimos hacer piel con piel con su madre, a pesar de conocer los
beneficios que esta práctica entraña.
Claudia García Gijón, Residente de Pediatría HUPA.