El cannabis es una droga que se extrae de la planta Cannabis sativa con cuyas hojas, tallos, flores o resinas se elaboran las drogas ilegales más consumidas en España, en Europa y en el mundo: la marihuana y el hachís.
El tetrahidrocannabidiol (THC) principal principio activo del cannabis es el responsable de la mayoría de los efectos sobre el cerebro. Es una sustancia muy soluble en grasa y llega rápidamente al cerebro, donde se acumula y del que se elimina muy lentamente. El THC tiene una vida media aproximada de una semana, lo que significa que, una semana después de consumirlo, el organismo no ha conseguido eliminar más del 50%. Aunque una persona sólo consuma los fines de semana, no habrá tiempo suficiente para que se elimine completamente y se irá acumulando en su cerebro, produciendo efectos.
En los últimos años, según las incautaciones realizadas en España, la concentración del THC en los distintos preparados se ha llegado hasta triplicar aumentando la potencia de sus efectos.
Cuando se fuma, sus efectos pueden sentirse casi de inmediato y duran entre dos y tres horas. Del total de THC contenido en un cigarrillo, entre un 10-25% llega a la sangre. El THC se detecta en sangre inmediatamente después de la primera calada (1-2 minutos) y las concentraciones máximas se alcanzan entre los 3 y los 10 minutos.
Podemos detectar en sangre o en orina si ha existido consumo en los días previos al parto. Un estudio (California 2009-2016) detectó marihuana en alrededor del 20% de las mujeres embarazadas de 18 a 24 años. Sin embargo, este estudio también halló que era dos veces más probable que las mujeres tuvieran un resultado positivo en una prueba de consumo de marihuana que lo que ellas mismas reportaban. Es decir que las futuras madres ocultan en muchas ocasiones el consumo de marihuana o similares.
Nuestro cerebro tiene un sistema cannabinoide propio que realiza funciones relacionadas con el comportamiento, el aprendizaje, la gratificación, la ingesta de comida, el dolor y las emociones, entre otros. Cuando se consume cannabis se activa este sistema de forma externa y artificial y se alteran muchas de las funciones que desarrolla.
A dosis pequeñas el efecto puede ser placentero, mientras que a dosis altas puede producir cuadros de ansiedad, puede alterar la memoria, la atención y la percepción, puede provocar disminución del nivel de actividad y mayor dificultad en la coordinación de movimientos.
A largo plazo fumar cannabis, al igual que fumar tabaco, se asocia con sintomatología respiratoria como la tos y la expectoración y enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Se ha relacionado con aumento de riesgo de enfermedades cardiovasculares como infarto de miocardio, accidente isquémico transitorio e ictus, sin embargo, la evidencia es limitada para concluir esta asociación.
El consumo de cannabis también se asocia de manera preocupante con un aumento del riesgo de padecer trastornos mentales como depresión, esquizofrenia y otras psicosis. Este riesgo aumenta a medida que aumenta la frecuencia de consumo y la potencia del cannabis utilizado. También el riesgo aumenta cuanto más temprana es la edad de inicio, siendo cuatro veces mayor si se inicia a los 15 años (actual edad media de inicio en el consumo en España) que si se hace a los 26 años.
Se estima que hasta el 8% de la incidencia de esquizofrenia en la población podría estar relacionada con el consumo de cannabis en jóvenes.
El cerebro es más vulnerable al efecto del consumo de cannabis en los momentos de mayor desarrollo, desde el periodo prenatal, infancia y adolescencia hasta aproximadamente los 21 años.
El THC podría reducir la fertilidad, podría estar relacionado con el cáncer de pulmón y cáncer testicular.
También son importantes las reacciones agudas de la esfera cognitivo emocional, incluyendo ansiedad y problemas de atención que se relacionan con un aumento del riesgo de accidentes. Existe una relación estadísticamente significativa entre el consumo de cannabis y el incremento del riesgo de accidentes de tráfico.
La edad media de inicio de consumo de cannabis en España es menor que la de otros países europeos y es a los 14,9 años.
Según la Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias con edades comprendidas entre 14 y 18 años, ESTUDES, en 2021 el cannabis fue la tercera sustancia psicoactiva más consumida en todos los marcos temporales, por detrás del alcohol y del tabaco.
Llama la atención que el 88,7% de los estudiantes consideró que el consumo habitual de cannabis puede afectar notablemente la salud.
El consumo de marihuana durante el embarazo se relaciona con aumento del riesgo de aborto espontáneo sobre todo si se consume marihuana al comienzo del mismo, mayor riesgo de muerte fetal, mayor riesgo de bajo peso al nacer, aumento de futuros trastornos evolutivos y de hiperactividad en los niños, se ha relacionado con mayor riesgo de padecer Trastornos del espectro autista (TEA), aumento de la sensibilidad al estrés y patrones anormales de interacciones sociales de los bebés y déficits de aprendizaje, etc.
La investigación ha demostrado que algunos bebés cuyas madres consumieron marihuana durante el embarazo presentan respuestas alteradas a estímulos visuales, mayor temblor y un llanto muy agudo, lo cual podría indicar la existencia de problemas en el desarrollo neurológico.
En la escuela, los niños expuestos a la marihuana tienen más probabilidades de presentar carencias de aptitudes de resolución de problemas, memoria y capacidad de permanecer concentrados.
La exposición prenatal a la marihuana también se relaciona con una mayor probabilidad de que la persona consuma marihuana de joven, incluso cuando se consideran otros factores que influyen en el consumo de drogas.
Es evidente que la exposición prenatal del niño al cannabis es perjudicial y que, aunque faltan estudios para determinar el alcance de los efectos que produce en el neurodesarrollo de los niños podemos contraindicar de manera contundente su consumo durante el embarazo.
Del mismo modo, el consumo de cannabis durante la lactancia materna está totalmente desaconsejado por los claros riesgos que conlleva para el niño al pasar a la leche materna una cantidad bastante significativa de la droga. Con el uso regular, el THC se puede acumular en la leche materna humana hasta llegar a altas concentraciones. Se ha detectado cannabis en leche materna incluso hasta seis semanas después de su consumo.
Hay datos que indican que la exposición al THC a través de la leche materna en el primer mes de vida podría causar un deterioro en el desarrollo motor al año de edad. Dado que el cerebro del bebé está en pleno proceso de formación el THC que se consume a través de la leche materna podría afectar a su desarrollo.
También son necesarios más estudios concluyentes pero los datos objetivos conocidos son suficientes para contraindicar la lactancia materna en el caso de que la madre consuma cannabis.